Entre ellos, había un príncipe guerrero muy cruel llamado Batsú, que lideraba un poderoso ejército y había ganado más de 100 batallas. Batsú era temido y respetado en toda la tribu, y había acumulado grandes riquezas a través del pillaje de las tribus vecinas. En el corazón de la mayoría de las doncellas vivía la esperanza de ser la elegida por Batsú el día que se casara.
Pero la más hermosa de las doncellas, llamada Jilgue, despreciaba a Batsú por las atrocidades que había cometido. Jilgue tenía una hermosa piel morena clara, ojos cafés y cabello liso marrón oscuro. A Jilgue le gustaba pasear por el bosque cantando como un pajarillo mientras recolectaba frutos.
Un buen día, Batsú decidió buscar esposa y escogió a Jilgue. Los padres de Jilgue, temerosos por su vida, aceptaron casarla con el despiadado príncipe. Pero ella se enteró de las intenciones de Batsú y huyó para esconderse en el bosque.
Cuando los padres de Jilgue le dijeron a Batsú que la joven había desaparecido, estalló en cólera y organizó cuadrillas de guerreros para ir a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue volvía a desaparecer.
Enfurecido, Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó a Jilgue que si salía y se casaba con él podía salvarse. Ella le respondió que prefería la muerte.
El fuego se hacía cada vez más fuerte. De pronto vieron como Jilgue caía al suelo inconsciente. Mientras las llamas consumían su cuerpo, un pajarillo color ceniza, con el pico y las patas rojas, comenzó a cantar sobre la cabeza de Batsú. Era un jilguero de tierras altas, que se encuentra en la región de Chiapas y Guatemala.